EFECTOS DEL CONSUMO DE AZÚCAR EN EL METABOLISMO.
El consumo de azúcar no está solamente relacionado con la pérdida de peso, sino con las delicadas consecuencias que trae su ingesta en la mayoría de alimentos que se consumen a diario. ¿Qué tanto nos afecta y cuánto podría deteriorar nuestro organismo?
Lo que no te habían contado del azúcar.
La obesidad, disfunciones metabólicas, depresión, enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos degenerativos y la muerte, están ligadas al consumo de azúcar y aún así para muchos es casi una adicción. Controlarlo es muy difícil, más aún cuando se promueven bebidas, snacks, panes, carnes frías, entre otros alimentos procesados que contienen altas cantidades de azúcar y que se consumen a diario desde el mismo desayuno, activando cambios metabólicos que dañan nuestra salud.
Lee los siguientes datos para que tengas idea de todo lo que pasa con el azúcar en nuestro cuerpo:
El azúcar en una gaseosa de 6 onzas es suficiente para que aumentes el riesgo de padecer obesidad, diabetes tipo 2, presión arterial y enfermedades cardiovasculares.
Consumir azúcar desde niños perjudica su crecimiento y les aumenta las posibilidades de sufrir de derrame cerebral, enfermedades hepáticas, cáncer e hipertensión en edad adulta.
La depresión aumenta cuando consumes azúcar, porque esta afecta de forma negativa al cerebro desencadenando daños en el estado de ánimo y el comportamiento.
La fructosa es una forma de azúcar añadida a varios alimentos procesados y está demostrado que puede causar mayor daño que el azúcar normal.
El cerebro disfruta tanto del azúcar que por ello puede considerarse una droga adictiva que produce una descarga de dopamina y acetilcolina parecida a la de la cocaína.´
Estos datos solo nos acercan a una idea macro de lo que consumir azúcar desde el desayuno hasta la cena hace en nosotros. A pesar de la rutina de ejercicios que lleves, salir del gimnasio y llevar una alimentación no saludable, no permitirá que tengas el equilibrio ideal y logres resultados en la definición de tus músculos y diferentes zonas del cuerpo. Como si lo anterior fuese poco, mira estos efectos adversos del azúcar en tu salud:
El azúcar debilita las defensas contra las enfermedades infecciosas e inhibe el sistema inmunológico.
Provoca deficiencias de cobre y cromo e interfiere en la absorción de calcio y magnesio en el cuerpo.
Provoca subidas de adrenalina, hiperactividad, ansiedad e irritabilidad.
Pierdes elasticidad y funcionalidad en los tejidos.
Alimenta las células cancerígenas y por ello se relaciona con el cáncer de seno, ovarios, próstata, recto, páncreas, bilis, pulmones, vesícula y estómago.
Causa problemas como acidez, indigestión, colitis ulcerosa y otros problemas intestinales.
Puede producir várices, osteoporosis, alergias alimentarias, problemas de visión, arteriosclerosis, enfermedad de Parkinson, y descenso en la vitamina E.
Provoca fuertes dolores de cabeza, vértigos, mareos y migrañas.
Reduce la capacidad de aprendizaje, retener información y concentración.
¿Y si eliminas el azúcar?
Cuando decides restringir el azúcar de tu dieta, experimentas efectos rápidos en tu cuerpo, en especial si padeces de sobrepeso; asimismo, comienzas a mejorar en aspectos como:
Tensión arterial.
Menos riesgo de infartos.
Niveles de colesterol LDL y HDL.
Inteligencia. Aunque no lo creas, muchos test realizados en niños indican que quienes menos azúcar consumen, tienen mayores niveles de inteligencia.
Menos riesgo de padecer Alzheimer.
Menos arrugas y una piel más sana debido a que el azúcar daña el colágeno y la elastina.
Menos depresión.
Reduces el riesgo a enfermarte a menudo.
Menos caries y enfermedades dentales.
Ahora que sabes que debes realizar cambios en tus hábitos alimenticios, ¿cómo saber qué alimentos sacar de tu cocina? Si encuentras estos nombres en los ingredientes que consumes, ¡siguen siendo azúcar!
¡Que no te engañen!
Jarabe de glucosa, caramelo, melaza, jarabe de maíz, fructosa, jarabe de malta, dextrosa, cebada de malta, maltodextrina, entre un par más. Los encuentran con frecuencia en:
Cereales de desayuno, cacao soluble y pan de molde.
Chocolates, helados, galletas y golosinas.
Mermeladas y salsas como mostazas, de tomate y mayonesa.
Leches vegetales y yogures desnatados.
Frutas y verduras en conserva.
Jamón, comidas precocidas y congeladas.
Alimentos para niños: yogures, papillas, batidos, galletas y cereales.